Por naturaleza, los niños y niñas son curiosos y llega un momento en el que preguntan por el color de nuestra piel. Nuestro color viene de nuestros antepasados, del sol y de la melanina. Podemos vernos diferentes en el exterior pero es importante recordar que en el fondo, todos nos parecemos: tenemos las mismas necesidades, deseos y sentimientos.
Muy lejos han quedado los tiempos en que el «color carne» no era más que un color rosa o anaranjado muy clarito… Hoy en día, los niños y niñas tienen muy claro que hay muchos tonos de piel diferentes, solo tienen que observarse y observar a sus amigos para ver que el «color piel» no existe, o al menos no es uno solo…
La vida está hecha de matices y en la diversidad reside una riqueza que no podemos ni debemos perder
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